Ahora que he dado la vuelta al reloj de arena de mi tiempo, me siento, al borde de la playa de mi vida, y me doy serena cuenta de que mis huellas se van haciendo más leves sobre ella, porque el peso de mi existencia se confunde con el propio tiempo, soy más camino que caminante, más esencia que presencia, soy sutil ave que remonta el vuelo hacia los confines-
La mente es el artífice de la mentira, es la puerta por la que entramos al reino del autoengaño. Podemos hacer con ella lo que queramos, porque ella nos permite jugar su juego. Todo vale, todo es creíble, porque no hay nada, absolutamente nada que esté fuera del todo.
Pero el todo se escapa al poder de la mente, no tiene capacidad para entender el lenguaje de la creación, el origen y fluir del pensamiento universal.
La mente lo atrapa todo en los sentidos, lo transforma en materia, lo moldea a su antojo, lo estructura en su propio lenguaje, pero es incapaz de entender más allá de lo visible, de lo captable, de lo mesurable para los sentidos de los que se vale. La mente es verdugo y prisionera de sí misma. Es la artífice de un sueño engañoso, temporal, carcelera de la verdadera capacidad de sentir, en libertad, sin ataduras, sin prejuicios, sin limitaciones.
Nos hace creer y ver lo que quiere, nos da una imagen errónea de nosotros mismo, nos aparta de la verdadera dimensión de lo que somos esencialmente, nos viste de ropajes y apariencias, nos impone normas y costumbres, nos otorga privilegios que nos encarcela a nuestras propias limitaciones.
Somos juguete en sus manos, limitados personajillos de feria, ajenos a su verdadero poder, porque mientras ella nos domine seremos actores de segunda, infiltrados temporales en una representación teatral.
Y mientras ella nos rige, nos gobierna, el poder del sentir, la esencia de la verdad, el sentido primigenio, la plena consciencia de la unidad con el todo, es una autopista vacía frente a nosotros, mientras recorremos un camino empedrado de dolor, sufrimiento, absurdos aconteceres de lo material.
La mente juega a situar, a poner nombres, a estructurar, a limitar en el tiempo y el espacio, a acaparar instantes desligados de la marcha eterna de la verdad, a convertirse no en maestra, no en amiga, sino en acaparadora de uno mismo,.
Siéntate, amigo, a un lado del camino,, cierra los ojos, escápate al fugaz ruido de lo externo, escucha en el vacío interior. Aprieta los ojos y verás en la obscuridad de la mirada interior , hermosos paisajes, nuevos, placenteros, los más reales y duraderos paisajes, de luz…de amor.
Escapa, aunque sólo sea por un instante, al dominio de los sentidos físicos, de los pensamientos descontrolados, de las falsas creencias, de los miedos impuestos por la carcelera del espíritu, y verás que todo esto que se te muestra en el espejo de la realidad, es pura mentira, puro engaño, es un absurdo recrearse en lo fugaz, es dejar de ser para estar, es vivir sin verte a tí mismo, es estar sin ser consciente de la experiencia.
Siéntate a un lado del camino, y escapa, huye, siente la música, como trasfondo del eco de tu propia melodía, escucha y dialoga con la voz del corazón, que es sencillamente el silencio de las palabras, el secreto de la propia vida, el poder universal. porque este está en tí, tú eres parte de él ya que nada hay que esté fuera del todo, y ese todo es sencillamente, Dios.
Emprende esa pequeña aventura personal hacia el encuentro del instante contigo mismo, cierra los ojos, libérate de la consciencia de los sentidos, para acaparar el instante de la conciencia, el momento del encuentro, del retorno a tí mismo, y verás, sentirás, apreciarás como antes no habías sentido . Nada hay fuera que no esté dentro de tí, multiplicado por el infinito. Serás libre porque nada hay fuera que te sirva, nada hay fuera que se te antoje necesario, y siendo consciente de ese poder en tí te convertirás en el mago de tí mismo.
Cierra los ojos, acalla el ruido, dáte… recupera tu tiempo, y escucha con el corazón, siente con el corazón, siente: