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No me sorprendí cuando escuchaba en un programa de televisión una noticia al respecto de unas consideraciones , observaciones y conclusiones que habían sacado como dictamen un grupo selecto de científicos, -los más preclaros y avanzados, según se comenta, - en las punteras ciencias actuales.
No me sorprendo, digo, porque ya en principio, responde a mi creencia de que el objetivo , innato, inherente a la mente humana, de buscar y encontrar respuestas a los interrogantes que le surgen, encuentra y tiene como herramienta no solo la capacidad física y material del raciocinio y de eso que llamamos intelecto, sino que el camino a ese encuentro con las ansiadas respuestas no es único, no es patrimonio de la mente, sino que, por el contrario, y en mi humilde opinión, ésta no hace sino dar una explicación, somera y superficial de lo “aparente” de las cosas, no de su profundo y real sentido.
VIene esto a cuento a raiz de unos comentarios hechos en este apartado diario internauta, en estos “solisloquios” (que viene de la mezcla de mis soledades, mis locuras y mis diálogos interiores) ,comentarios que me hacía a mí mismo, digo, al respecto de lo que leía en un libro de un reputado científico, premio nobel creo, en el que se argumentaba la no existencia de Dios, y la teoría del big-bang como explicación del origen del Universo.
No entendía yo, y por tanto no compartía esa idea, -desde el humilde saber del corazón , que es otro de los caminos, -en mi creencia más cierto, real y esencial para “entender” la vida en su más amplio sentido- no entendía yo, digo, que se argumentara como inicio de todo, la explosión de “algo” , porque en sí mismo me parecía un absurdo. ¿Cómo, -me decía a mí mismo- puedo llamar “el principio” a lo que surge de la explosión, el estallido de algo que es la ¿nada? ó, en nuestro concepto material del mundo de “algo” que ya estaba, porque tanto una como otra premisa destruyen la conclusión. Si explota algo que ya está ¿cómo puedo llamar inicio a lo siguiente? ó por otro lado ¿cómo puede “explotar” algo que no existe?
En mí, desde la ignorancia de un intelecto como el mío, escaso y cansado, no cabía aceptar ese argumento como base para concluir que DIos no existe. Por fin. parecia ser se había descubierto el definitivo conocimiento, la explicación, material ¿cómo no?. de cómo se inició todo.
Yo veía en este argumento, y por contra ,(siempre reconociendo, humildemente, que no soy más que un idiota ¿libre? pensador) que la ciencia se contradecía a sí misma en su principio básico y materialista, porque, científicamente, racionalmente hablando , ¿cómo puede explotar lo que no existe'? ó partir llamando cero a un punto ,cuando hay algo antes.
Tremenda contradicción, pensaba yo, -(para mí mismo, claro está - y por otro lado , ¡para qué más!), si en el camino del corazón las respuestas son alimento de sí y para sí mismo, no tienen valor material, no pesan , no ganan, no obligan, no proclaman, son sólo la voz del silencio, parte del gran, único y eterno pensamiento que constituye esto que en su totalidad llamamos “creación”. Mis certezas, mis verdades, no son sino la llave, personal, única e intransferible para mi liberación, para la conquista de mi vasto mundo interior, para, y,en definitiva, romper la cáscara que me aisla del contenido total.
Los científicos se reunieron, hablaron, pensaron y dictaminaron: el argumento del “big bang” còmo explicación del universo es una contradicción en sí misma ó , dicho de otro modo, la ciencia se niega a sí misma en su concepción materialista del mundo, y en conclusión, ( pienso yo, como idiota que soy.- dicho con toda la humildad del mundo para que nadie se ofenda-, porque no lo he logrado por méritos propios sino que es de nacimiento,) destruir a Dios con ese argumento es, cuánto menos anticientífico y, yendo un poco más allá, pueril.
En definitiva, y según la ciencia más actual , es posible aún que DIos exista, lo entendamos como queramos.
Y ya que este pobre idiota se queda con la aparente tranquilidad de que la ciencia no destruye una de sus verdades ó principios personales, me recuerdo otro de esos principios , también interior, personal y humilde, de que la felicidad descansa en tres pilares fundamentales: la aceptación, el desapego y la renuncia. Si esto lo mezclas con la humildad, orgullosa de sí misma, has abierto la caja de pandora, has iniciado el camino hacia la totalidad.
SON LA 4.30 DE LA NOCHE DE UNA DE LAS MÍAS DE LOCURA INTERIOR. INTENTARÉ DESCANSAR CON LA IDEA DE QUE A PESAR DE LA TÉCNICA –Y LA RELIGION-: DIOS TODAVIA ES. ¡QUÉ GRAN ALIVIO!
(POST DATA: YO LO ESCUCHO EN LA MUSICA)
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