Uno, que no es acólito de nada ni nadie, uno que es un inocente e imbécil ciudadano del mundo, que de otra parte, se le antoja ya efímero, engañoso y superflúo. Uno, en fin, que no deja de ser sino un pasajero de un tren de rumbo desconocido, uno que a pesar de viajar de incógnito, que anda sin saber cuáles son los intereses y motivos de este viaje, procura agarrarse para soportar los bandazos y traqueteos del camino.
Y es así que no siendo de ideas cerradas, de no profesar ideología particular alguna ni confesión reconocida, sí que camino en busca y en aras del conocer, con la certeza, que la verdad está ahí delante, en algún sitio, y que la llave está a la espera de ser encontrada, pero que está, es cierta, y que es labor de cada cual tomarse la molestia de desear y buscar la clave, emperrarse en la ardua labor de encontrar y meter la llave en el ojo de la cerradura.
La llave y el secreto está no fuera , sino dentro, encerrados en cada uno de nosotros, y que el primer paso de la búsqueda del Grial, está en la humildad, en la resignación, en el sencillo acontecer del encuentro con uno mismo, despojado de las dependencias.
No es vivir de cara al mundo de lo tangible y cotidiano, es desligarse de él por momentos, saber ausentarse de lo externo, de las ataduras, para “ser”, al margen de lo sensorial. No es vivir al margen de responsabilidades mundanas, ni desligarse de obligaciones, es tomar la rienda de tu tiempo, aliarte con él para saberte tú mismo, para ser quién eres realmente, tú, algo más, mucho más que un ciudadano, un obrero, un servidor de los intereses ajenos, un mero eslabón de una cadena que alguien arrastra a su antojo, en beneficio propio.
Sí, pasajero de un tren en que sólo soy mercancía, –eso parece y creen los imbéciles-¿ pero es que acaso el maquinista tiene otro rumbo?- Porque aunque sean ellos, dirigentes y políticos, poderes de cualquier índole, quiénes lleven la marcha, quiénes impongan paradas, quiénes aparentemente controlen, no dejan de ser meros esclavos del raíl que nos impone el rumbo. Llegaremos a la meta, y en el momento de la liberación ¿cuál sérá el puesto, el lugar de cada uno?
Sí, soy aconfesional, sí, no profeso ideologías, no me someto sino a la ley del corazón, a través de la humildad del que mira, escucha y observa lo cotidiano y lo profundo del espíritu. Noticias, imágenes, rostros, de quiénes ansían el poder y la riqueza, de quiénes renuncian a cualquier propósito moral y ético para conseguir, para ocupar la poltrona, no dejan de ser sino simple muestra de la bajeza del ser humano, pero al mismo tiempo un claro acicate para seguir el otro camino.
Prefiero vivir en la mentira de mi propio ensueño, prefiero viajar a lomos de mi música etérea, mis melodías, mis viajes a través del espíritu, prefiero ser el tonto que guarda el secreto, el disfrutador de la belleza, que el poseedor de lo vano.
Y ocasiones, la pintan calva, porque no hay mejor momento que este para proclamar que renuncio a las imágenes de corrupción, que no me engañan con falsas promesas, con ideologías partidistas, con reformas , que no existen verdades ni ideas absolutas, fuera de la eterna del espíritu. Que en el terreno de lo humano, cualquier idea es partidista y partidaria, que divide y aisla, que persigue y responde a intereses., que no existe la esclavitud sino fuera de uno mismo, que nadie es mejor que otro, nadie merecedor de nada sino por méritos propios.
Prefiero vivir en la mentira de mi propio sueño, que no es sino el descubrir por asomo la verdad cierta, limitada por mis propias cadenas, que andar dependiendo de falsos gurús y salvadores de un mundo que manipulan a su antojo e interés.
Prefiero coger mi mochila, así a ratos, para escuchar el silencio de mi música, la humana, sí, pero para escucharla con el corazón, para dialogar con ella a través del eco del alma.
Sí soy un imbécil humano, partidario de la búsqueda, soy un cara tonto que anda despistado, embobado con el rumor de las olas, con el suave discurrir de las nubes en el cielo, con el pálpito de las estrellas guiñando a la luna . Soy un caminante escuchante, un asiduo del placer de vivir en el eco de sí mismo, ajeno al mundo. perdido en él, en lo profundo de uno mismo, allá donde todo confluye, donde se torna una misma cosa, la conciencia del ser.
Que me sé imperfecto, limitado, atado por mi cuerpo y materia, pero humilde y sabio en mi humildad, agradecido y agradecedor , que me sé esclavo y manipulado en lo humano, por quiénes andan más equivocados que yo, por quiénes llevan más cadenas que yo, por quienes andan más errados que yo. que permanezco libre en la esclavitud del absurdo.
Que me dejen con mi música, con mis silencios, con mis lágrimas de romanticismo, con mis miradas e impresiones, que soy feliz siendo el ”idiota” de la clase, que la lección la tengo aprendida, en secreto, que reconozco el camino, que conozco la clave de ser feliz: vivir engañado de la verdad de lo humano, es viajar del través de lo cotidiano, es…seguir siendo un niño, es maravillarse, es aliarse con el tiempo, es saberse eterno, es reconocerse fugaz, es…